Vuelta al Lago Llanquihue: Un Desafío Sobre Ruedas | 2025

Participantes:

  • Roxana Marín
  • Pablo Riquelme
  • Sebastian Riquelme
  • Hernan Yugar

 

Día 1: El Comienzo de la Aventura
El alba apenas despuntaba cuando nos reunimos en Temuco. Con nuestras bicicletas listas y el corazón latiendo con fuerza, nos disponíamos a emprender una travesía que pondría a prueba nuestra resistencia, nuestro espíritu y nuestra pasión por la aventura. Puerto Varas era nuestro primer destino, un trayecto de 300 km que marcaba el inicio de una odisea inolvidable.
Al llegar a la ciudad, el volcán Osorno nos dio la bienvenida con su imponente silueta recortada contra el cielo despejado. Tras una breve preparación y una foto grupal en la costanera, iniciamos el primer tramo del recorrido. El viento en el rostro, la velocidad sobre el asfalto y la majestuosidad del paisaje nos llenaba de energía. A las 15:30, el hambre nos alcanzó en Ensenada, donde unas jugosas hamburguesas repusieron nuestras fuerzas.
Pero la jornada no terminaba ahí. Siguiendo el llamado de la naturaleza, nos dirigimos al río Petrohué en busca de un sitio para acampar. Un sendero angosto y desafiante nos llevó hasta un claro solitario junto al agua. Mientras el sol se despedía tras las montañas, un fuego crepitante, mates calientes y filetes en la parrilla marcaron el cierre perfecto de la primera jornada.

Día 2: Reto y Recompensa
El canto de los pájaros y el aroma a tierra húmeda nos despertó al amanecer. Con un desayuno ligero, retomamos la ruta hacia la mítica Cascada. Los 26 km que nos separaban de nuestro destino estaban llenos de subidas exigentes, descensos vertiginosos y momentos de risas cuando algún teléfono terminaba en el suelo en medio de una foto mal calculada.
Al llegar, la recompensa superó cualquier fatiga: una cascada majestuosa, rugiendo con la fuerza del agua que se precipitaba desde lo alto. Nos tomamos un momento para absorber la belleza del entorno, antes de continuar hasta un camping junto al lago. Pero la naturaleza tenía un último desafío: el viento se desató con furia, azotando nuestras carpas con ráfagas de más de 50 km/h. Aun así, la camaradería y el buen humor triunfaron, transformando la noche en un recuerdo imborrable.

Día 3: Puerto Octay y Frutillar, la Ruta del Esfuerzo
El tercer día amaneció con un obstáculo inesperado: un pinchazo en una de nuestras bicicletas. Con paciencia y destreza, solucionamos el problema y partimos hacia Puerto Octay. Los campos de maíz y las colinas verdes se extendían como un lienzo de ensueño, tentándonos a detenernos, pero nuestra determinación nos impulsó hacia adelante.
En Puerto Octay, un banquete de queques y empanadas nos reanimó antes de enfrentarnos a la gran subida que nos llevaría a Frutillar. Cada pedalada era un reto, cada metro conquistado una pequeña victoria. Algunos automovilistas, al notar nuestro esfuerzo, nos alentaban con bocinazos y gestos de apoyo. Practicar ride a bike o hike a bike, siempre es un gran desafío.
Sin embargo, la aventura aún guardaba una última prueba: un nuevo pinchazo, esta vez en la bicicleta de Sebastián, a tan solo 8 km de Frutillar. Pero la perseverancia nos sacó adelante. Finalmente, llegamos al destino, donde un almuerzo reconfortante y un hostal acogedor nos dieron el descanso merecido.

Día 4: La Gloria de la Meta
El último día amaneció con una vista de ensueño en Frutillar. Un desayuno junto al lago, rodeados de un paisaje que reflejaba la magnitud de la travesía, fue el preludio del tramo final. Con renovado entusiasmo, cruzamos Llanquihue y nos dirigimos hacia Puerto Varas. El camino de ripio, las últimas subidas y la sensación de estar tan cerca de la meta avivaron nuestro espíritu aventurero.
A las 15:00, llegamos al punto de partida, nuestra meta, cerrando el ciclo de una travesía que ya había quedado grabada en nosotros. Con un momento de celebración, emprendimos el regreso a Temuco, llevando con nosotros no solo el cansancio en el cuerpo, sino también el orgullo de haber conquistado el desafío del Lago Llanquihue.
Así terminó una expedición que fue mucho más que un viaje en bicicleta: fue una prueba de resistencia, amistad y admiración por la naturaleza salvaje del sur de Chile. Y aunque la travesía había concluido, el eco de la aventura seguirá resonando por siempre.

Galería fotográfica de la actividad