Historia del club
¿POR QUÉ LA IDEA DE UN CLUB?
A los 17 o 18 años de edad, se conjugan muchas emociones, sentimientos, ambiciones, ganas de conocer el mundo, se está lleno de desafíos. En esa etapa de la vida se encontraban tres jóvenes, que invitados a un campamento escolar concurren al cordillerano Parque Nacional Conguillío, rodeado de araucarias, lago y volcanes. Allí se encuentran y conocen: Geyson Millar, Alejandro Venegas y Marcos Reyes. Que, movidos por ese afán de disfrutar de la vida en la naturaleza, no tardan en trabar amistad; el conocerse y compartir a diario los llevan a temas comunes, hablan de sus prácticas de montaña, de ascensiones al volcán Llaima y otros volcanes de la región y lo que para ellos significaba esa experiencia. Despierta con todas estas historias, y sin duda el atractivo paisaje en el que se encontraban, el interés por aprender de la montaña, siendo Geyson instruido por Alejandro y Marcos en los primeros nudos básico, técnicas de marcha, vida de campamento, y principalmente camaradería. En aquellos años existía la Asociación Regional de Montaña, la que realizaba una salida mensual con los clubes asociados, conformada principalmente por clubes de colegio. Pero, para poder participar de estas salidas, había que estar necesariamente en un club. Ellos no tenían club, aun así, lograron hacerse de los contactos necesarios y sumarse a algunas salidas, incrementado su experiencia, y aún más asistiendo a algunos cursos impartidos por la DIGEDER.
Sin embargo, todo esto no era suficiente, las salidas una vez al mes se hacían pocas; así comienza un ir y venir a la montaña con Marcos y Alejandro. Ya contaba con algo de material de montaña, como unas viejas polainas verdes, y un resto de lo que alguna vez fueron zapatos de montaña; era un equipo muy básico, otro par de zapatos para recambio, sacos de dormir, frazadas y la típica carpa de playa, una cocinilla, en la que debían comenzar a cocinar con mucha anticipación, así y todo, la comida estaba 3 horas después. Instalados dentro de la carpa, pasaban tiempo soñando con piolet y un buen par de crampones. Eran días felices, nada era impedimento para poder disfrutar de la montaña, con el tiempo a favor o adverso, no existía mayor deleite que instalar la carpa sobre el manto blanco de la nieve. Allí, esa precaria carpa, prestaba el abrigo necesario para guarecerse, cual perro callejero, disfrutando del abrigo. En esta etapa, logran cierta identificación con este perro, con el “quiltro”, ese que se las rebusca para sobrevivir, para buscar cobijo, ese que a pesar del frío, de la lluvia, que no tiene donde caer muerto, siempre está ahí; optimista, atento, siempre fiel; llegó a ser una frase recurrente el “estamos como perros”, adornada de algún chilenismo. LA CORDADA PERROS Llegó el día donde concurrieron a un curso organizado por la Asociación Regional, con instructores como Nibaldo Muñoz José Córdova, el “tío Pepe”; allí debieron conformar cordadas y ponerse un nombre, y casi sin darle muchas vueltas, bautizaron la cordada como “Perros”, la cordada de los Perros, causando gracia y risas entre los asistentes al ser nombrada. Quedó en el recuerdo de los participantes de aquel curso, la cordada Perros, cosa que los comenzó a identificar, tanto que comenzaron a llamarse perros, entre ellos mismos .
Aun así, esta convivencia con la Asociación, seguía un tanto esquiva, pues para participar, era necesario ser parte de un club, así que deambulaban cual perros callejeros, de un lado a otro. Aburridos los tres amigos, de esta situación, se proponen crear un club, y no mendigar más al amparo de las voluntades de otros, que en ocasiones no eran muy generosas.
NACIMIENTO DE UN CLUB, 21 DE JUNIO DEL AÑO 2000
Ese año, el 2000, Geyson entra a estudiar al Inacap, y conoce allí a Pamela Silva, quien pacientemente escuchaba sus historias y sueños de este apasionado de la montaña. Ella, luego de algunos meses la incorpora a las salidas que realizaba con Marcos y Alejandro, hasta que un día se vio formando parte de la cordada de los Perros.
Pamela se incorpora de lleno al trabajo de formar un club, acompañó incansablemente en todos los trámites que había que realizar y consigue la documentación necesaria para formar un club. Realizan una lista de amigos que practicaban montañismo y otros que tenían el interés por aprender, convocándolos a una reunión en casa de Pamela.
La respuesta a la citación de para conformar un club, tuvo gran éxito, prácticamente todos los de la lista llegaron a la reunión, allí estaban los amigos de la Cruz Roja, compañeros de carrera del Inacap, vecinos.
Y llega el momento de buscar un nombre para este naciente club, las ideas fueron varias como: “Pumas del Este”, propuesto por Dick Carrillo; “Cenit” propuesto por Claudio Villarroel, otros nombres como, “Cruz del Sur”, “Club Andino Llaima”, “Club de Montaña Temuco”, “Club Andino de Temuco”, “Club Estrella del Sur”, “Manchas Magallanicas”, etc; Alejandro, Marcos y Geyson proponían el nombre “Perros”.
Transcurrió largo rato buscando un nombre, hasta que uno de los concurrentes, Héctor Parodi, puso coto al asunto, indicando que en realidad el club debía llamarse “Club Perros”, en recuerdo a la cordada que dio origen a esta reunión. Este argumento, contó con el asentimiento de la gran mayoría, pero, faltaba algo más, un apellido; …de los Andes. Todos finalmente de acuerdo con la propuesta de Héctor, nace así el nombre “Perros de los Andes” El socio Dick Carrillo, ofrece su casa para ser sede del club, donde se ubicaba el supermercado Axel; celebrándose allí por años las reuniones del club, viviéndose en aquel lugar históricos momentos, grandes proyectos, convivencias, fiestas, etc.
Era el comienzo, ya estaba la primera piedra, había mucho por hacer. Hoy ante realidades un poco distintas, Perros de los Andes, sigue reuniéndose en torno a eso que nos llama y nos motiva, que nos reúne y nos hace más hermanos, que eleva nuestro espíritu a una montaña más alta, forjando día a día nuestro propio estilo de vida.